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Foto del escritorMarinella Piñate

¿Hace sentido gastar tus ahorros en tu boda?

Actualizado: 26 abr 2023



La primera vez que vi el show “Marriage or Mortgage” en Netflix, me sorprendí un montón de que tantas parejas escogieran “Marriage.” ¿Cómo es posible querer botar por el inodoro un dineral que puedes poner en un activo como un inmueble? Recuerdo haber pensado que esa gente estaba loca… y terminé siendo una de esas “locas” que se gastó un dineral en su boda.


Me llamo Silvia Velásquez Casado, tengo 32 años, soy parte de la comunidad de Zumma y me acabo de casar por la iglesia. En este post te voy a contar las finanzas detrás de mi boda para demostrarte que todo lo que tú quieras hacer es posible cuando te planificas.


Antes que nada voy a dar un “disclaimer” de que me casé con un banquero y que trabajé 9 años en un banco antes de casarme (la mayor parte del tiempo en recursos humanos ósea que no era un salario exorbitante), pero solo lo digo para que sepan que no es cuestión de solo planificarse sino que también hay que trabajar, hay que ahorrar y que las cosas no caen del cielo (a menos de que te ganes la lotería o te caiga una herencia)


Ajá seguimos. Después de mis 9 años de trabajo decidí hacer una maestría por 3 años en Boston, así que se podrán imaginar la angustia de decidir casarse mientras uno no está generando ningún ingreso, sino que más bien se anda comiendo sus ahorros. Pero la realidad es que, en el momento de renunciar a mi trabajo, yo más o menos sabía a la hora de casarme cuanto era mi presupuesto de boda.


Yo siempre fui de ahorrar. Siempre que veía que me depositaban, inmediatamente transfería para mi cuenta de ahorros un monto fijo. De acuerdo con el mes a veces era más o un poquito menos, pero siempre se hacían transferencias. El último año de trabajo logré ahorrar la mitad de todo lo que me había costado 4 años ahorrar, porque me habían promovido en el trabajo y además me había mudado con mi esposo (que era novio en ese momento) y vivíamos en un estudio. Entonces a la hora de renunciar a mi trabajo, el dinero que tenía ahorrado decidí dividirlo en tres partes:

  • Casa: para cuando fuera el momento de comprar un inmueble

  • Boda: para cuando fuera el momento de casarme

  • Estudios: gastos operativos de mis tres años de estudio, que después lo dividí entre 6 para cada uno de mis semestres

No era mucho dinero la verdad, sobre todo el de mi fondo de estudiante, pero me pude apoyar con préstamos estudiantiles, becas y también en trabajos de asistente de profesores.

Coordinar la boda no fue fácil, porque mi marido se portó como un verdadero “groomzilla”. Yo soy de Venezuela y mi marido es de Perú, entonces teníamos que casarnos en algún país latino que no fuera tan caro porque además queríamos una boda de 200 personas.


Mi marido decidió patrocinar viajes a República Dominicana, Cancún, Ciudad de México y Cartagena para ver qué sitio le gustaba más. Ustedes dirán claro, es banquero, pero la realidad es que todos esos pasajes los pagamos con puntos de la tarjeta Chase Sapphire que los convertimos en millas de American y United Airlines. En República Dominicana, nos quedamos en casa de unos amigos, en Cartagena, en el hotel 3 banderas donde pagamos $57 dólares la noche con el desayuno incluido, y en Ciudad de México/Cancún también casa de unos amigos de la familia y en un resort de un familiar que nos dejó la semana entera por $500 dólares.


Pusimos una cifra inicial para la boda, algo que los dos estaríamos cómodos pagando 50/50 y nos dimos cuenta de que en Ciudad de México lo lograríamos en banquetes foresta, un sitio que queda por bosques de Chapultepec. Normalmente el costo más alto de la boda es la comida, y como ellos son banqueteros, con tu comprar la comida, ellos te incluyen el venue, los muebles y la decoración.


Por supuesto yo me quería casar ahí, pero “groomzilla” dijo que no y que prefería Cartagena, así que la boda fue en Colombia y costó casi el doble de lo que inicialmente teníamos presupuestado. Nos dimos cuenta de que costaría el doble después de que conversamos con muchas wedding planners en varios países y de que les dijéramos la visión de la fiesta que queríamos.


Una parte fundamental del presupuesto en ese momento, fue chequear con nuestras familias a ver cómo nos podían ayudar. Por ejemplo, mis papás pagaron el fotógrafo, videógrafo y parte de mi vestido. Mi hermana me regaló la hora loca y una prima me regaló el velo de novia. A mi marido sus papás le dieron un dinero para que usara en la boda o a la hora de comprar una casa. Por mi lado, igual tuve que completarle una parte al vestido y a la hora loca, pero esos aportes nos ayudaron mucho.


Estábamos negados a pagar una wedding planner (cuyos costos oscilaban entre $2,300 y $7,000 dólares) porque yo sentía que nosotros podíamos planificar la boda. Pero después de ir a tantos sitios y hablar con tantas wedding planners, nos dimos cuenta de que sería necesario para tener a alguien pendiente de resolver todos los inconvenientes que pueden surgir en el día de tu boda. Al final escogimos la wedding planner más barata, pero la razón fue que la amiga que nos la recomendó nos dijo que ella siempre iba a quedarse dentro del presupuesto. Y dicho y hecho, nos salió más o menos dentro de la cifra que le dimos la primera vez que conversamos con ella. Además, la wedding planner fue excelente porque trajo a todo un equipo el día de la boda y la verdad todo quedó mucho mejor de lo que nunca imaginamos.


Una cosa clave a la hora de hacer una boda es que todo el mundo está buscando como sacarte dinero. Entonces nuestra wedding planner siempre fue cautelosa de conseguirnos maneras de ahorrar. Por ejemplo, hicimos un catamarán el primer día de los eventos y le pedimos a cada invitado que pagara su parte. Hicimos un welcome cocktail al día siguiente, y usamos al mismo DJ, a la misma empresa de producción y a la misma caterer, que por supuesto nos dieron un precio especial. El diseño de las fotos del photobooth lo hice yo misma. Los misales los terminamos haciendo digitales. Las cajitas de bienvenida se las dimos solo a las bridesmaids. Las cholitas para descansar los pies las compramos en un mercado en Cartagena. Mucha gente me dijo que yo necesitaba traerme al DJ de Venezuela, pero eso era transporte, viaticos…una locura. Yo había ido a otra boda en Cartagena donde el DJ fue excelente, así que lo contraté a él y varios invitados me dijeron que les encantó. El alcohol se compra a consignación, es decir, compras más de lo que crees que vas a consumir y devuelves lo que sobre, así que terminas pagando solo lo que consumes. Son pequeñas decisiones que alivian un poco los gastos.


Otra cosa importante es que siempre hay que conseguir manera de hacer todos los pagos en cuotas (siempre y cuando no te ofrezcan descuentos por pagar de una). Nuestros primeros pagos fueron un año antes de la boda, cuando dimos inicial para reservar a la wedding planner, el venue, el fotógrafo y videógrafo. Eso ayuda por el “time value of money,” y en nuestro caso también porque pudimos aprovechar la volatilidad del cambio de moneda. Durante los meses que planeamos nuestra boda hubo cierta inestabilidad política en Colombia, y el peso colombiano se desvalorizó en momentos en los que nos tocaba pagar cuotas grandes para el venue, así que ahí sin duda nos ahorramos un poco. Con decirte que el venue inicialmente costaba entre $12,000-$13,000 dólares y terminamos pagando alrededor de $8,000 dólares. Último punto con el venue, las cuotas las pagamos con tarjeta de crédito, y ahí acumulamos bastantes puntos.


También es importante que no te niegues a las cosas que tú más quieres. Por ejemplo, mi vestido de novia era algo que me daba muchísima ilusión. Me probé alrededor de 50 vestidos y sentía que no conseguía el mío y que muchos me gustaban pero no podía decidir. Una vez fui a una tienda que se salía de mi presupuesto, pero conseguí el vestido perfecto. Costaba tres veces lo que yo inicialmente planeaba gastar, pero decidí que lo iba a pagar y lo puse en mi tarjeta de crédito (¡más puntos para mí!). En el verano cuando hice mi pasantía, un tío me ofreció quedarme en su casa por un mes, así que utilicé lo que me hubiera gastado en renta para terminar de pagar mi vestido.


En general, una boda es un momento de celebración único e irrepetible en tu vida que no tiene sentido financiero alguno. La decisión financiera más inteligente es no hacer una fiesta, pero la realidad es que “sólo se vive una vez.” Tu boda es un momento muy especial en el que celebras haber escogido a la persona con la que pasarás en resto de tu vida, y eso sólo se hace una vez (en la mayoría de las ocasiones). Entonces si en verdad uno ahorra para vivir y la vida está hecha de momentos especiales, hay que celebrar al máximo esos momentos especiales. Por mi lado, sé que probablemente me tome un par de años volver a ahorrar lo que me gasté en mi boda, pero el revivir cada momento todos los días a través de las fotos y los vídeos, sin duda alguna no tiene precio.






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